domingo, 27 de octubre de 2019

Prohibido dejar de soñar

Hace años leí por primera vez la frase: "Es prohibido dejar de soñar", fue en un carro de servicio público en mi natal Cereté, la he seguido leyendo en distintos escenarios y lugares, siempre me ha parecido que alude al hecho de que el soñar es el motor principal para el éxito del humano en la vida, lo impulsa a superarse una y otra vez para llegar a lo que se quiere, sin importar las dificultades, ni el estatus, el nivel educativo o económico, prima una y otra vez el empeño en cruzar la meta y pasar a otra mas adelante, no detenerse, seguir creciendo.

Si todos fuéramos así, mejoraría la sociedad en todas sus acepciones, el empresario mejoraría su negocio, el obrero se empeñaría en ascender, el profesional se capacitaría con asiduidad, las entidades educativas adecuando sus sistemas y hasta el criminal en mejorar sus métodos, todo por mantener el sueño de ser el número uno o de llegar muy cerca, eso es deseable.

En función de eso los escritores perfeccionan cada día su sintaxis y léxico  por el deseo de llegar a la cima, lo mismo hace el periodista y es posible que alguna vez en adelante alguno se presente en un reality de imitación en la sección de escritores anunciando: Yo me llamo José María Vargas Vila, o en la de periodistas y diga: Yo me llamo Don Octavio Quintero, puede que en esa ocación no clasifique, pero es probable que una eterna Amparo se erice, puede ocurrir que en un futuro alguien en esos programas proclame Yo me llamo El Viejo Migue. ¿No les parece?

Por favor, no deje de soñar



 


sábado, 19 de octubre de 2019

Terrorismo encapuchado

Hay una nueva forma legal para hacer terrorismo en el mundo: Los "encapuchados" que marchan con los manifestantes en las protestas, normalmente no llevan pancartas alusivas a lo que se reclama, tampoco lanzan arengas por lo mismo, pero si llevan piedras, bombas incendiarias y disposición  para saquear comercios o cualquier cosa que esté en el camino, su blanco principal siempre es la fuerza pública a la que atacan desde el interior de universidades o abiertamente en la calle aprovechando la restricción que las distintas disposiciones de  derechos humanos y constitucionales les imponen, tienen tanta fuerza que han obligado a gobiernos a dar marcha atrás a disposiciones tomadas, como le sucedió varias veces al presidente Santos en Colombia, caso del gobierno español en la detención de Puigdemont, del presidente ecuatoriano Lenín Moreno con el alza del combustible, del presidente López Obrador en México con el hijo del Chapo, aunque esto fue mas un enfrentamiento directo entre militares y delincuencia y recientemente, del chileno Sebastián Piñera por la tarifa del metro.

Los señalan como infiltrados para hacer terrorismo al amparo de la marcha protestante, sea de estudiantes, trabajadores, docentes, no importa de que se trate, lo importante es que están logrando desestabilizar el orden, ridiculizan a policías encargados de mantenerlo y siembran el caos por donde pasan convirtiéndose en un problema, o como dicen los medios en estos días: una problemática.

No es el caso de una nación, se esta viendo en todas partes, incluso en países como China, si la fuerza pública repele los ataques en la misma proporción en que los reciben, son acusados de abusar de la autoridad y castigados, si no lo hacen, quedan en ridículo ante la opinión general y señalados por incompetentes. 

Esperemos un correctivo, no se puede permitir que abusen de las medidas que protegen a la población de una represión violenta a su derecho a protestar.

lunes, 7 de octubre de 2019

Esto pasa en Colombia

Hay algo que no funciona en los círculos militares y de policía de Colombia, especialmente los departamentos de inteligencia: los emboscan continuamente, hay fugas continuas de reos, pérdidas de dinero por corrupción en las distintas administraciones, coimas en contratos, fraudes en manejo de documentación y otorgamiento de distintos permisos, paseos al exterior con familia incluida, el nivel de corrupción es igual al de cualquier entidad política. Triste, nadie pensó que las gloriosas fuerzas militares y policiales de Colombia pudieran caer tan bajo en el escalafón de instituciones honestas.

El Inpec es una de las entidades más cuestionadas y está de moda por el caso Merlano, famoso porque no tiene lógica aplicable. Es obvio que la implicada tenía privilegios en prisión, ese día su defensa presentó a la Corte Suprema una apelación a la condena, que con seguridad se traduciría en unos años menos de prisión (estamos en Colombia), existen otras maneras de rebajar la pena por eso no se entiende mucho la fuga, como también que no tuviera en cuenta las cámaras de seguridad en la calle y dentro del centro médico que, como política inmoral, se presume sabe que existen en todas partes, menos se entiende que involucrara a sus hijos en el delito. Solo se puede pensar en amenazas por una probable prendida de ventilador, o en otra condena por un delito aun no revelado al público, lo sabremos mas adelante y podremos encontrarle la lógica que ahora no vemos.

Lo lamentable de todo esto es que las fuerzas de control no funcionan, los casos se repiten y no hay correctivos eficaces, ruedan cabezas y son reemplazadas por otras de iguales características, mientras tanto nuestro Presidente tratando de arreglar los problemas de un pueblo resignado y sin líderes como es Venezuela, que sigue esperando a Bolívar II para que los libere, mientras tanto huyen de su país dándole la espalda al problema, con la esperanza de regresar cuando alguien o algo acabe con la dictadura.






¿Ruptura Institucional?

 El presidente Gustavo Petro y el fiscal Francisco Barbosa no son amigos, ni en política y al parecer, tampoco en lo personal, esa relación ...