El procurador es un hombre profundamente religioso (su tesis de grado lo corrobora) y sus creencias parecen tener influencia en las decisiones que toma, su arrogancia le ha ganado la desaprobación de que ahora goza.
El alcalde Petro es prepotente e impulsivo, parece actuar primero y pensar después y su habladito de perro mojado no le gana simpatías, pero es un político hábil y esta arrastrando a todo el que puede al interior del problema, incluidos organismos internacionales.
Cualquiera de los dos que imponga su tesis se volverá insoportable, si es el Procurador se crecerá tanto que aguantarlo no será posible y quien sabe que será de los bogotanos si se queda Petro.
No le sirven a la democracia estas situaciones y tampoco será agradable el escándalo para los propósitos electorales de Santos.
Hace algunos años en Colombia cuando se veía a alguien como una amenaza o si se le quería callar o si esa persona no estaba de acuerdo con un pensamiento particular o si se era de la izquierda política simplemente se le mandaba a matar, era fácil efectivo y como aliciente la impunidad que se maneja terminaba tapando los posibles huecos. Hoy en día no es tan sencillo con la cantidad de leyes internacionales si se asesina a un líder (y más si es uno de izquierda como Petro) tendríamos al país sometido al escrutinio de las diferentes organizaciones internacionales que se han fortalecido en las ultimas décadas, hoy en día resulta un poco más práctico matar a alguien en el fuero político que vendría a ser el equivalente a la muerte natural, y eso es lo que hizo el señor procurador con el alcalde de Bogota.
ResponderEliminarAsí es Omar, esto ya ha sucedido antes y se sustentaba en faltas disciplinarias o éticas, pero en el caso Petro solo hay mal manejo de un problema específico, no hay corrupción o falta disciplinaria, sin embargo fueron quince años, que comparado con otros fallos del mismo funcionario, es descomunalmente desproporcionado.
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